“Tío, este tema tiene muchas posibilidades para hacerlo en formato banda. Si quieres lo grabamos juntos” Eso me dijo Leiva el día que le canté la última canción que he escrito. La había terminado cuando el repertorio del disco ya estaba cerrado, y pensaba añadirla como bonus track a piano y voz. Este nuevo plan era mucho mejor, claro.
Conozco a Leiva desde hace muchos años, y desde que nos conocemos hemos tocado y grabado juntos un millón de veces. Nos tenemos pillado muy bien el punto. Somos, sobre todo, colegas, y solemos divertirnos armando canciones en el estudio. Al tío le sale el talento por las orejas. Tiene muy buena intuición. Asimila muchas ideas en la música que escucha, y utiliza sus recursos con certeza, además de ser bastante más que hábil en el manejo de unos cuantos instrumentos. Todas las veces que trabajo con él consigue sorprenderme. Es la ostia. Cada día soy más fan. Vamos, que era un lujazo grabar un tema mío con él y no me lo pensé ni un minuto.
El primer día trabajamos en el estudio que tiene en su casa. Carlos Hernández (como siempre) nos echó una mano para grabar las primeras referencias. Hicimos un par de guitarras acústicas, a las que Leiva añadió una mandolina y una pandereta. La cosa ya sonaba. Al día siguiente nos fuimos al estudio de Bori Alarcón para poner la parte más eléctrica. Leiva tocó la batería, el bajo, y tres o cuatro guitarras eléctricas. Yo me encargué de un wurlitzer y un piano. Al final del día la canción ya sonaba prácticamente terminada. Nos emborrachamos para celebrarlo.
Al día siguiente volvimos para rematar la faena con un Hammond y la voz. Estábamos un poco tocados de la noche anterior, y con la tontería cambiamos un verso que decía “recuperarme un poco cada día” por otro que ahora dice “con la resaca de mi vida”. A pesar de ser versos casi opuestos, los dos encajaban bien. El segundo nos hizo más gracia.
Después de comer se vino Txetxu a cantar los coros (que se ventiló en dos tomas y media, claro está), y a las cinco de la tarde ya teníamos la canción sonando terminada y a todo volumen. Todavía nos quedó tiempo para aprovechar el Hammond maravilloso que tienen en el estudio y grabarlo en “Toni2, café teatro” y en “Lo que queda”. Ya lo escucharéis.
Esta canción que aún no tiene título se ha convertido en una de las más especiales del disco para mi. Porque es el tema más reciente que he escrito, lo cual hace que lo sienta especialmente cerca, y porque lo he grabado con uno de mis mejores amigos, que siempre ha sido una de las personas que más me ha animado a tirar para adelante con esto de mis canciones, y que además resulta ser un tipo con una imaginación y un talento extraordinarios. Una maravilla.
...
Con medio cuerpo dentro de la nube
y las piernas flotando en el vacío.
Ya nunca pasa nada, esto ya no sube
y me falta valor para darme por vencido.
Colgado de un capricho, cansado de mis vicios.
Voy a bajarme en la próxima montaña
donde no tenga que escoger caminos,
voy a bajarme en la próxima montaña si no doy contigo.
Mi casa tiene sólo una ventana,
pero siempre está abierta cuando llueve.
Voy a coger un tren, me iré por la mañana,
a la orilla de ti, donde nunca cae la nieve.
A los veranos largos de los amores breves.
Voy a bajarme en la próxima montaña,
no me acostumbro a vivir a la intemperie.
Voy a quedarme en la próxima parada como no te encuentre.
Voy a bajarme en la próxima montaña,
donde no tenga que llamarte a gritos,
voy a bajarme en la próxima montaña si no doy contigo.
Con la resaca de mi vida,
tomar impulso,
llámame algún día.
Voy a bajarme en la próxima montaña,
aunque me tenga que morir de frío,
voy a plantarme en la próxima jugada...